La provincia de Guayana - como idea - se extendió por todo el territorio entre el Orinoco, Rio Negro, el Amazonas y la costa atlántica hasta fijarse un límite con Portugual en los tratados de Madrid (1750) y San Ildefonso (1776). En realidad, por la costa los españoles reconocieron también las colonias holandesas (y luego también inglesas) más allá del Esequibo, quedando las partes orientales de la costa con presencia francesa y portuguesa totalmente fuera de las consideraciones. Las riberas del Amazonas con alguna presencia portuguesa también se encontraron totalmente alejadas. Quedó un interior desconocido en el que la cartografía tradicional ubicó a la mítica “Laguna del Parime” (que luego se identificaría con la comunicación entre los ríos Negro y Orinoco que estacionalmente forma un cuerpo de agua más grande), o también “El Dorado”.