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conceptos:misiones

Misiones

Algunas areas fronterizas carecían totalmente de estructuras de administración civil y de poblaciones “españolas” y donde el vínculo verdadero con el mundo colonial era la estructura territorial impuesta por las Órdenes religiosas para su labor misional.
Esas provincias de misiones podían (aunque no siempre) contar con un gobernador fronterizo y podían existir también corregidores, administradores de haciendas, encomenderos, etc. al lado de los misioneros, otras veces convivían pueblos de misión con reales de minas y presidios mientras dominaba la estructuración territorial según pautas misionales. Es el caso de la provincia de Maynas, donde había un gobernador en la ciudad de Borja, pero eran las misiones de jesuitas que estructuraron y dominaron la percepción territorial.

Pero el caso más común era que había una provincia “propia” céntrica con una franja fronteriza en la que se consolidaron espacios misioneros. Un típico ejemplo de provincia que tenía un caracter ambivalente céntrico-fronterizo (como las misiones de Andaquíes y Mocoa-Sucumbíos, provincia de Popayán y teóricamente de la jurisdicción de Pasto); formar subdivisiones (partidos) de gobernaciones fronterizas dominadas por misiones jesuitas (Maynas…).

Algunos territorios fronterizos de misiones jesuitas se constituyeron practicamente en “pseudo-provincias” que por su caracter e instituciones acabaron constituyéndose en propias gobernaciones aparte, como son los casos de las Misiones guaraníes (entre Paraguay y Rio de la Plata), Moxos y Chiquitos; y también en el Norte novohispanola “Tarahumara y Tepehuana” casi terminó como un territorio separado de la Nueva Vizcaya.

Listado de todos los territorios de misiones de la base de datos.

"Provincias" de misiones

Tenemos varios casos de enteras provincias fronterizas que carecían de estructuras civiles, dominando en un todo las Órdenes religiosas. Especialmente los jesuitas formaron sistemas de organización verdaderamente territoriales que competían o remplazaron toda estructura de administración civil. La relación con las gobernaciones a las que pertenecían difería según el caso:

En la gobernación de Santa Cruz de la Sierra, Moxos y Chiquitos eran practicamente aparte, regidas por los padres jesuitas hasta su expulsión. Luego de la expulsión se convertían, por un corto tiempo, en corregimientos, luego constituyéndose en gobernaciones propias.

En Maynas, los jesuitas lograron durante un corto tiempo (1744-1757) la total supresión de la gobernación homónima, quedando solo un justicia mayor en el único asentamiento español en Borja, sujeto o directamente al presidente en Quito o al gobernador de Quixos. La división territorial interna de Maynas siempre siguió a la organización interna en partidos de misiones (cf. abajo).

Un caso muy llamativo son las misiones guaraníticas de los ríos Paraná y Uruguay. No formaron una provincia propiamente dicha, sino que se dividían entre las de Buenos Aires y Paraguay. Sin embargo, los respectivos gobernadores no tenían jurisdicción inmediata. Luego de las guerras guaraníticas, se formó una propia gobernación, dividida en departamentos, sin por esto considerarse una provincia en un principio. Pero tampoco perteneció al Paraguay o Rio de la Plata propio, por lo que se constituyó en “pseudo-provincia” aparte.

En el Septentrión novohispano, estamos ante la dificultad de superposición territorial de divisiones misionales, militares y civiles. A pesar de frecuentes menciones de “provincias” como Tepehuanes, Tarahumara alta, T. baja, Pimería Alta, P. baja etc., se describen en este artículo entre los “partidos”.

Los franciscanos no formaron provincias tan coherentes en un sentido territorial, sino que solían integrarse más en estructuras civiles existentes (como el Nuevo México). La excepción son los territorios misionados por el Colegio de Ocopa en los Andes orientales y la selva oriental del Perú. Esas tierras de misiones no eran parte del Perú propio. A veces se consideran extensiones de los corregimientos vecinos desde los que solían entrar los misioneros, como las “conversiones de Tarma” o “… de Huanuco”. Otras veces, las referencias territoriales en los documentos se reducen a frases como “las misiones de Ocopa en las montañas de los infieles” o simplemente los pueblos se mencionan como parte de las provincias “indómitas” en las que se establecieron (Gran Pajonal, Pampa del Sacramento). Solo en el plano territorial menor, las misiones de Ocopa se agruparon en “partidos” algo reconocibles como Panatahuas, Cerro de la Sal o Conversiones de Hibitos y Cholones.

Esas provincias de misiones podían dividirse internamente en grupos de pueblos que formaron diferentes partidos territoriales, ya sea simplemente por su ubicación geográfica, por la más dominante étnia misionada, o por alguna estructura administrativa interna.

El caso mejor conocido es el de la provincia de Popayán, que se dividió en una provincia “propiamente dicha”, así como extensas fronteras selváticas que de manera alguna pertenecieron a la jurisdicción de Pasto. Aun así, no todas las misiones de esa parte se organizaron desde Pasto, sino también había misiones del colegio de Quito y Popayán. También la entrada a las misiones del oriente de Popayán no fue siempre desde Pasto, sino también de Neiva, Quijos y Maynas.
Así, al norte del Caquetá encontramos las “misiones de los andaquíes” o “de la provincia del Caguán”, que tenían su centro administrativo en La Ceja, una reducción de andaquíes que perteneció a la provincia vecina de Neiva. Luego había las “misiones de Mocoa” en el Caquetá y las “de Sucumbíos” o “del Alto Putumayo” - muchas veces se refirió conjuntamente a las misioens de Sucumbíos y Mocoa. Últimamente, había unas misiones efímeras en el Bajo Putumayo fundadas en 1788 que también debían pertenecer a la provincia de Popayán, pero se fundaron por mercedarios del Convento de la Recolección de Quito que entraron por las misiones de Maynas y con apoyo del gobernador de Maynas.

La provincia (misiones/gobernación) de Maynas en cambio, era en un todo fronteriza y se dividió netamente en tres partidos de misiones diferentes: las del Marañon Alto/Misiones Altas/Borja; Marañon Bajo/Misiones Bajas/Omagua; y las misiones del Bajo Napo.

En Moxos, existían los partidos de misión de Baures al este del Mamoré; Moxos propio en las riberas del río; y Pampas al oeste. Cuando se empezó la labor misional entre los yuracarees a finales del XVIII, la parte al sur de las misiones de Pampas se organizó en un partido más, el de Yuracarees. Antes, se hablaba de esa región de yungas entre las misiones de Moxos y Cochabamba solo de las “montañas de infieles” y no perteneció a parte particular - aunque tal vez “en teoría” al partido de Pampas por estar el oeste del Mamoré.

Las misiones de Ocopa, al oriente de las provincias del Perú propio, a su vez se agruparon según criterios tanto geográficos como organizativos como étnicos. Así, las misiones al este del partido de Pataz, en el Huallaga, se llamaron “Misiones de Huaylillas” por tener su centro de organización en el hospicio de ese pueblo del partido de Pataz, pero también “Conversiones de Hibitos y Cholones” por las étnias misionadas. Lo mismo pasa con las “Misiones de Huanuco” o “misiones de panatahuas” más al sur. Allá, hay la particularidad que algunas misiones que subsistieron tras la sublevación de Juan Santos Atahualpa de 1742 luego se integraron en el partido de Huanuco mismo, mientras que otras, y las nuevamente fundadas al rededor de 1790, pasarían a formar el nuevo partido - con subdelegado - de Panatahuas.

Más al sur, encontramos las misiones “del Cerro de la Sal”, así tituladas por un lugar de intercambio económico y religioso de étnias del Gran Pajonal. Esas misiones, que también se llamaron “de Tarma”, se perdieron en 1742, y cuando se fundaron nuevas misiones desde Tarma a partir de 1789 en una parte del antiguo territorio del Cerro de la Sal, se llamaron según su ubicación “Misiones del Valle de Vitoc”. Administrativamente, en el plano superior, formaron parte de la intendencia de Tarma, pero nunca aparecen en censos o descripciones del partido de Tarma propio ni como partido aparte al lado de las administrativamente organizadas.

Ya en Charcas encontramos las misiones de Apolobamba al norte de La Paz, entre Moxos y Carabaya, como único partido o “provincia menor” de la “provincia de las Charcas” que hasta 1772 no tenía corregidor sino solo la presencia de misioneros franciscanos. Luego, el corregidor de Larecaja tenía jurisdicción en Apolobamba, pero siempre se consideró como un partido aparte y recibió su propio subdelegado en 1786.

Partidos de misiones en un paisaje administrativo mixto

En Sonora y Nueva Vizcaya

La división interna de las provincias de Sonora y Nueva Vizcaya presenta una peculiar dificultad en cuanto a la convivencia de conceptos de misión y administración civil. Un análisis del Teatro Americano de Villaseñor y Sánchez lo pone de manifiesto, cuando divide a Nueva Vizcaya en las provincias “Tepehuana, Taraumara, Topia y Batopilas” y dentro de la descripición de Culiacán también menciona la provincia “corta de Topia”. En Sonora, menciona Sonora propio y las provincias de Pimería alta y baja - pero usa el término “Sonora” para la cabecera, y no “Opatería” como se debería hacer si se aplicara consecuentemente la perspectiva desde el ángulo de organización misional. Es decir, en su descripción de las provincias septentrionales mezcla conceptos militares, civiles y eclesiásticos porque en algunas partes le parece dominar un elemento y en otras partes el otro. En la sierra madre occidental, especialmente en la Tarahumara, había regiones en las que no había prácticamente presencia española, por lo que no siempre cabe subsumir a los pueblos como parte de una jurisdicción civil, pero con cada nuevo yacimiento minero, avance de hacienda y a través del proceso contínuo de secularización de cada vez más misiones, vemos una paulatina incorporación de cada vez más territorios en las alcaldía. Solo al rededor de 1770, después de la expulsión de los jesuitas y con la formación de la comandancia general de las provincias internas, se empieza a adjudicar los pueblos de las misiones a administraciones civiles, aunque la documentación es fragmentaria porque censos y también otra documentación suelen centrarse en haciendas y reales de minas sin enumerar pueblos de misión, que tenían sus propios padrones.

En el Chaco

En el norte del Chaco, los franciscanos de Tarija a partir de 1767 fundaron misiones entre los pueblos chiriguanos, primero en las fronteras de Tomina y al norte del Riogrande, y a partir de 1766 en las riberas del Riogrande. Su pertenencia jurisdiccional - en lo civil-militar como eclesiástico - no fue nada claro. Por un lado, la jurisdicción de Santa Cruz por el sur se extendió hasta el Rio Grande, aunque la misión de Presentación allá establecida se perdió hacia 1727. Así, las nuevas misiones de Piray, Florida, Cabeza y Abapo naturalmente correspondieron al partido de Santa Cruz. El territorio de la sierra de los chiriguanos al sur del Rio Grande era tradicionalmente parte de Charcas, más exactamente de la frontera de Tomina. Existieron varias estancias de ganado al este de Villar y La Laguna en la zona donde se establecieron misiones como Tayarenda, Pilipili o Acero. A partir de 1785, además, Sauce se erigió en curato del partido de Tomina, del que luego dependían esas estancias. Con diferencia, el “cordón de perlas” de nuevas misiones todavía más al este, entre Mazaví y el río Parapití, eran tierra virgen para el dominio colonial, solo recientemente pacificada desde 1779. Allá, no había poblaciones ni estancias de españoles. El primer intendente de Cochabamba, Francisco de Viedma, de forma unilateral declaró a las misiones parte de la jurisdicción de Santa Cruz de la Sierra y proponía reformas administrativas (con un propio subdelegado para la Chiriguanía) a las que los franciscanos se oponían con vehemencia y últimamente con éxito. Aunque todas esas misiones eran misiones de franciscanos entre los chiriguanos, por su relación y diferente integración en jurisdicciones civiles encontramos tres constelaciones muy diferentes.

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