Fuerte en el gazetteer es un valor en el campo “categoría”. Generalmente, respetamos el uso de diferentes términos en la documentación de la época para definir las subcategorías. Tiene como categorías especiales válidas:
En muchas regiones del Imperio, infraestructuras, edificios y destacamentos militares fueron elementos fundamentales para la estructura espacial - sea en las costas (especialmente atlánticas) o en las fronteras con “infieles”, donde además solían constituir importantes núcleos de población, iglesia y administración. Es muchas veces difícil distinguir entre poblaciones que se desarrollaron al abrigo de la fuerza militar protectora y fuertes que se reducían a cuarteles militares (los soldados en muchos casos vivían con familia). En el caso de dominar - en nuestro juicio - el elemento de población/villa/ciudad (civil), relegamos la categorización como presidio o plaza a la subcategoría.
Cuando domina el aspecto de instalación militar, se categoriza como “fuerte”. Así, un castillo dentro de un sistema defensivo urbano (p.e. de Cartagena, La Habana o Valdivia) puede ser una entidad aparte.
Encontramos el término “presidio” ocasionalmente en toda la Hispanoamérica, especialmente refiriéndose a instalaciones clave de la defensa, con una población civil adjunta y con una función dentro del sistema penal. Así, suele mencionarse el “presidio de Valdivia” y “presidio de la isla de Juan Fernández” (Chile), o el “presidio de Guayana”, pero hay también ejemplos de presidios que se reducían a la instalación militar o penal propiamente dicha, como el presidio de Carare en Nueva Granada.
Con diferencia a esos presidios, en el Septentrión novohispano, presidio y fuerte eran practicamente sinónimos desde muy temprano, empleándose el término de forma genérica para instalaciones militares defensivas.
Sin lugar a dudas, la importancia de los presidios dentro del sistema fronterizo novohispano y la preocupación con respecto a su mantenimiento y eficiencia (como evidencias las frecuentes visitas y reglamentos específicos, como el de 1729 o el de 1773) contribuyó al establecimiento de esta terminología vernácula. En otras fronteras militares, el fuerte podía ser una posición de defensa más permanente (en los ríos Biobio o Salado) o en espacios más reducidos o lineares, mientras que la frontera septentrional era mucho más móvil, con distancias mucho mayores. Los traslados de tropas presidiales de un sitio a otro más adelantado o más en el hinterland eran frecuentes, conservándose la identidad presidial de la tropa, cambiando el sitio. También solían establecerse (aunque no siempre) poblaciones civiles cerca de los presidios que luego se convertirían en poblaciones convencionales o “presidios reformados”, integrándose más en las estructuras civies. En cambio, en la frontera avanzada, eran los capitanes de los presidios que ejercieron o remplazaron la autoridad de funcionarios administrativos.1)