Lugar de la iglesia principal, pueblo principal, sede del cura o lugar epónimo de un curato (en caso de conflicto en este orden de importancia). Incluye tanto “parroquias de blancos” como “doctrinas de indios”.
Para ser exacto deberíamos hablar de “cabecera de curato”, puesto que así se titulaba al lugar del templo central (y comunmente también el lugar donde residía el cura), mientras que el curato era la entidad territorial que incluyía también viceparroquias, capillas y otros lugares anexos. Sin embargo, usamos el término totum pro parte para categorizar el estatus eclesiástico de la cabecera.
Hay varias diferencias entre los términos de “curato”, “parroquia” y “doctrina”, y existen diferentes semánticas aplicadas:
En una discriminación, el “curato” es administrado por un sacerdote seglar, mientras que los “curas doctrineros” son regulares de las Órdenes religiosas.
Otra forma de diferenciar, la más común, es limitar la doctrina a la “doctrina de indios” (y “negros libres”), por dominar el aspecto de familiarizar a la población con las doctrinas de la fe. En esta discriminación, clérigos seglares pueden presidir a doctrinas y clérigos regulares pueden estar al frente de un “curato”. Para diferenciar entre feligresías de indios y de españoles, especialmente en el ámbito quiteño y novogrenadino se prefería el término de la parroquia para los curatos de españoles.
Sin embargo, más allá del componente étnico o trasfondo del sacerdote, en los demás aspectos el curato, la doctrina y la parroquia tienen estructuras comunes: por lo general los tres tipo fueron “beneficios eclesiásticos”, es decir que su titular vivía de rentas proveídas por los feligreses. Esta naturaleza también influyó extensión territorial y el número de feligreses, quienes debían ser capaz de mantener a su cura/párroco/doctrinero.
Una diferencia fundamental entre la misión y la doctrina es que los indios de las doctrinas estaban sujetos al pago del tributo, mientras que los de pueblos de misión quedaban fuera del sistema de tributos. Por consecuencia, hubo un empuje en las zonas mejor controladas de convertir misiones en doctrinas, y éstas con el avance del siglo XVIII más y más se fueron secularizando, formando curatos, aunque también hubo procesos inversos y secularizaciones fracasadas.
Otra diferencia entre los curatos indianos había en cuanto al salario del cura. En un principio, había muchas dóctrinas que debían asalariarse por los encomenderos responsables de la cura de alma de los indígenas. Estas dóctrinas no se consideraron como perpétuas, aunque eventualmente se transformaron en beneficios curados.
En Nueva España, seguía habiendo beneficios con salarios pagados por personas privadas o instituciones como hacendados o mineros “en encomienda” que no se establecían de forma perpetua.
En muchos contextos, lugares no se identificaron en primer medida según el criterio étnico como “pueblo de indios” o “sitio”, sino que como “curato”, “doctrina” o “parroquia”. En Nueva Granada, la “parroquia” era el equivalente “blanco” del “pueblo de indios”.
Puesto que el caso más frecuente para una cabeza de curato fue el de estar en un pueblo, sin indicación al contrario, un “curato” en la “categoría de tipo” fue categorizado como Pueblo-Pueblo de indios, y una “parroquia” como Población-Pueblo.